(TRIBULACIONES Y ALBOROZOS DE UN PORTEÑO MILONGUERO)
Os mentí. Me avergüenza decirlo pero os mentí. Os mentí cuando dije que tenía hilo directo con Bartolo, ese milonguero fastuoso, rompedor y porteño de ley, que brillaba con luz propia en los mas reconocidos bailongos del viejo Buenos Aires de la época de oro del tango.
Sin embargo, dije la verdad cuando comenté que os haría llegar algunas de las anécdotas e historias que acompañaron a este inigualable personaje en su tumultuoso pasar por aquellos años.
Debo reconocer que solamente le conozco por referencias, por las historias que de él me cuenta mi amigo Luis, de Las Cañitas.
Luis es un personaje entrañable y extrañable. Entrañable en las distancias cortas. Cordial, amable e incondicional amigo de sus amigos, siempre dispuesto a ayudar en lo que puede al prójimo y tremendamente sensible, emocionable y nostálgico.
Y, justamente por todo ello, Luis es un tipo extrañable en la distancia que separa nuestros dos continentes.
Luis es quien conoce realmente a Bartolo, pues en su infancia compartió muchos momentos con él. Fueron camaradas a pesar de la diferencia de edad, ya que Bartolo es algunos años mayor, en muchos de los juegos, chiquilladas e incluso pequeñas gamberradas propias de los años y de la época en que les toco vivir la plenitud de su juventud. Por eso, nadie mejor que Luis para desempolvar esas historias, hazañas unas veces, miserias otras, que ha prometido contarme y que yo os trasladare a todos vosotros, bertolianos del Cristóbal.