martes, 7 de diciembre de 2010

Capítulo 2.- Tito y Bartolo

La mañana era maravillosa, una de esas mañanas de Buenos Aires de finales de febrero en que el verano ya no castiga con tanto rigor, como preparando el camino a ese mismo otoño porteño que Piazzolla supo plasmar en una de sus magistrales creaciones.

Paseábamos por la inmensa Plaza de San Martín y Luís se empeñaba en explicarme la historia de la Torre de Los Ingleses, que divisábamos próxima desde el lugar donde nos encontrábamos, cuando, de repente, sin saber por qué, le pedí que me contase cómo se había reencontrado con Bartolo después de tantos años de haberle perdido de vista.

Y, siempre dispuesto a complacer a los demás, de este modo comenzó su relato.

-Dias atrás fui invitado al cumpleaños 70 de un amigo de mi juventud lejana, ayer nomás, (se sonrió). Previo al ágape, en acción de gracias, se ofreció una misa en la Parroquia de Santa Inés, sita en el barrio de La Paternal,.... mi viejo barrio!!!.

Hete aquí que, sentado en el umbral de una casa, observé a un hombre mayor que me resultaba de rostro conocido pero que me costaba recordar de dónde.

Mientras transcurría el oficio religioso (yo pecador) urgaba en mi maltrecha memoria tratando de ubicar en tiempo y forma el conocimiento del personaje en cuestión.

Y.........eureka!!!!, lo ubiqué en mi historia a Bartolo.

Fué en mi niñez/pubertad una enciclopedia viviente......sabía todo de todo.

Guitarrero, cantor de tangos, eximio bailarín, actitud y pinta de guapo, entrador con el mujerío, buen jugador de fútbol, partidario de Argentinos Juniors infaltable espectador de donde fuere que jugaran los "Bichitos Colorados", y, esencialmente, un tipo solidario con aquél que necesitara una ayuda, una mano amiga o una opinión sana.

Me acerqué a él y apenas estuve a su lado me dijo como al desgano:

-A vos te conozco, pendejo!!!

Me quedé helado e impactado, pues pensé que estaba mal del bocho. ¿Cómo me iba a conocer si me había ido del barrio hacía cincuenta y cuatro años y en ese tiempo tenía pelo, era flaco y no tenía barba?.

-¿Cómo que me conoce?. ¿No se estará equivocando con otra persona, señor?.

Me miró y me dijo socarronamente:

-¿Ahora me batís "señor" y antes, de pendejo, me cantabas "Bartolo toca la flauta con un agujerito solo?. Vos sos Tito (mi apodo familiar de tiempos idos), el hijo de Don Antonio y Doña Angela y luego de Doña Guadalupe, tu segunda "javie". Y andás mal del bocho querido, el alemán te tiene perdido, jejejeje.

Yo le ayudé a tu "jovie" primero en el negocio de la lechería, el que tenía en Avenida del Campo, al lado de la Vía del Lacroze, y vos me acompañabas a llevar las "tallebo" de leche a los domicilios por el "rrioba".

Luego, cuando inauguró el kiosco en la Plazoleta del Cano y Avenida del Campo también aceptó mi ayuda en los menesteres de acomodar la mercadería cuando venían los repartidores.....

¿Te refresqué la memoria, pibe?.

-Si señor, ¿cómo no lo voy a recordar?.

No terminé de pronunciar estas palabras y me espetó...

-No me rompas las bolas con "señor". Fuí, soy y seré Bartolo.......ta claro?.

Pero mirá pibe.....me parece que allá te estan esperando, ¿se van de joda?. Andá que te van a dejar de seña, total si querés que recordemos tiempos idos lo podemos hacer en el momento que lo desees. Siempre me has de hallar aquí, es donde vivo, al fondo de este pasillo. Cuando llegues entrá nomás, no le des bola a nadie, vos decís que venís a ver a Bartolo y te mandás derecho, viejo. Andá, andá, salamín...... me parece que te están puteando, jejejeje, ¡qué gente!...recién salen de la Parroquia y ya están pecando.

-Nos vemos, Tito.

-Nos vemos, Bartolo.

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