miércoles, 30 de marzo de 2011

Capítulo 4.- El Bautismo de Romina

TRIBULACIONES Y ALBOROZOS DE UN PORTEÑO MILONGUERO

La iglesia de Nuestra Señora del Carmen estaba preciosa. Los adornos florales se disponían en los lugares mas estratégicos y, de esa manera, resaltaba mucho más el colorido del retablo mayor y las escaleras que daban acceso al altar del templo.

Afuera, en la calle Triunvirato, la intensa luz de los últimos rayos de sol dibujaba a los ojos de los invitados un paisaje marcadamente primaveral, con una temperatura envidiable tal y como correspondía a aquella tarde dominical del mes de octubre del Barrio de Villa Urquiza.

Y la ceremonia dio comienzo. Congregados alrededor de la pila bautismal estaban el párroco, D. Servando, la mamá con la bebita en brazos, el trajeado papá y los padrinos embutidos en sus mejores ropas para conmemorar tan regio acontecimiento familiar.



El silencio de los asistentes permitía que las palabras de D. Servando llegasen nítidas a los oídos de todos, mientras la pequeña Romina dormía plácidamente envuelta en una gran toquilla de encaje en los brazos de su mamá. Su papá asistía mirando la escena como si su pensamiento estuviese en algún otro lugar, al menos esa era la impresión que le transmitía a cualquiera que le contemplase con detenimiento.

- Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El llantito de Romina apagó por completo el ruidito que hacía el agua bendita al caer desde la cabecita de la beba a la pila bautismal.

Mezclado con los grititos de la nena, se empezaron a escuchar desde el interior de la iglesia las notas de "El Porteñito" que un organillo desgranaba desde algún lugar cercano.

Y lo que tuvo que pasar, pasó. Como espoleado en los flancos, el papá de Romina se dirigió al padrino, que tenía a su izquierda, y le espetó: - Tomá la velita Emilio, me tengo que ir, el bailongo ya ha empezado en lo de Laura y me enteré que hoy estará Carmencita Molinari que me prometió un tanguito si iba, y no puedo faltar.

Dicho y hecho. Como si del mismo diablo se tratase el hombre salió disparado hacia la salida de la iglesia mientras le gritaba a su mujercita..... - cielito, nos vemos a la noche, ¿si?, no te preocupés, llegaré prontito!!.

- Pero que hacés Bartolo!!. Volvé Bartolo ahora mismo!! Bartoloooooo, la reputísima madre que te parió, este hombre no va a cambiar nunca. Volvé te digo pelotudo!!! Bartolo!!!!. Bartolo, negro sinvergüenza, ni el bautismo de tu propia hija respetas. Esta noche te tiro con la tapa de la olla, ya vas a ver!!!.

3 comentarios:

  1. Conocí a Romina en Paris,su concierto de piano fue maravilloso,una autentica virtuosa,nos presentó Pirincho.Luego me fascinó su capacidad para interpretar las musicas populares de todo el mundo,les daba un brillo y una altura especial.En sus manos, cualquier melodía sencilla,se transformaba en una obra maestra.Pero nunca,interpretó un tango.Extrañado, una noche,le pregunte el porque, me dijo que no le gustaba, que le parecía vulgar. Su anciano padre,la acompañaba a todos lados,nunca se separaba de ella.Pero se le notaba una tristeza antigua, una frustracíon profunda.No se,si es la misma Romina de tu historia,pero me la recordó.

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  2. Oye, Paco, que tu has estado en Villa Urquiza. Vamos a ver, hombre ¿cómo es que conoces la parroquia del Carmen? Yo, que no soy muy chupacirios que digamos, he ido dos o tres veces porque era amigo del cura, que ya se jubiló. Pero nací y vivo en este barrio de la ciudad de Buenos Aires.
    Muy lindo tu cuento, bien porteño. En mi niñez conocí a varios Bartolos así, milongueros de alma. Te felicito, por el cuento y por esta página. Contá conmigo para lo que necesites. Un abrazo.
    Eduardo

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  3. Hola Eduardo. Qué bueno que podamos llegar hasta el mismo corazón de Villa Urquiza. Te cuento que aunque estuve varias veces en Baires nunca tuve la suerte de poder ir a tu Barrio (y lo escribo con mayúscula) pero me he prometido que la próxima vez dejo ya de alojarme en los hoteles y me busco un departamento en alguno de los barrios de tu ciudad para convivir mas de cerca con la gente mas normal. Como dice Sabina, Buenos Aires me mata y te considero un privilegiado por vivir alli. Muchas gracias por tus palabras totalmente merecidas (me convertí en porteño) y cuenta tambien conmigo para lo que quieras.
    Paco

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